Fue un espíritu rebelde y pugnaz, pero al mismo tiempo hondamente amador de la vida y de la realidad colombiana que fustigó. Logró forjar un pensamiento filosófico a partir de nuestra idiosincrasia, utilizando un lenguaje tan propio de nuestro pueblo que le valió ser calificado de mal hablado. Fue un “maestro de escuela” que escandalizó y al mismo tiempo abrió derroteros hacia la autenticidad. Lo condenaron por ateo y, no obstante, fue un místico. Escribió en una prosa limpia e innovadora, pero “para lectores lejanos”. Se proclamó maestro pero, según sus mismas palabras, no buscaba crear discípulos, sino solitarios. Su obra es siempre nueva, fresca y conturbadora. Y su vida fue un viaje de la rebeldía al éxtasis."
Con la anterior descripción de Fernando Gonzáles, podemos hablar mejor de su libro de 1929 titulado, Viaje a Pie. Un libro que relata los momentos vividos en los lugares que visitó, que fueron: Iniciando en Medellín, después por El Retiro, La Ceja, Abejorral, Aguadas, Pácora, Salamina, Aranzazu, Neira, Manizales, Calí, Buenaventura, Armenia, y Los Nevados. En cada uno de éstos lugares Fernando Gonzales cuenta una experiencia en particular, reflexiona sobre el lugar y plasma en palabras como sucedieron los acontecimientos. Pero, lo interesante es la forma como relata Viaje a Pie. Desde su filosofía reflexiona la sociedad que visita. Desde la razón justifica los comportamientos que en cada pueblo se hospeda.
El prologo lo hace Ganzalo Arango. Allí él escribe que el libro básicamente no sirve para nada, que no hay ideas coneptuales, que no es para que tu mente se llene de conceptos e ideas vanales. Simplemente es leer un momento en el que Fernando Gonzales decidió aislarse de la sociedad en que vivía y salir a disfrutar de lo que le ofrece el mundo, la naturaleza. Simplemente, es reflexionar cómo vivimos, cómo son nuestras costumbres. Y que este libro puede ser leído en cualquier momento, en cualquier época. Por ello, Gonzalo Arango dice: "Como en los viajes reales, usted gozará las emociones, las sorpresas, las amarguras, las alegrías del camino que él propone. Usted será colmado en cada página con el éxtasis del paisaje; con las verdades de su filosfía viviente. Amará la pasión, la rebeldía, la sinceridad de este discurrir de un esprirtu por el tiempo y el espacio de su propia conciencia."
Fragmentos del libro...
"¡El amor! Todo él está en los ojos y en los actos. ¿Para qué sirve la palabra allí? Una mujer quiere a un hombre: ¿Qué el padre morirá? Que muera. ¿Qué resulta el fin de todo? Que venga ese fin. Pero la mujer no lo dice; en esos casos no habla; en esos conflictos le brillan los ojos y obra; obra como rueda una piedra por la pendiente. Es que el amor es el negocio esencial; el afecto filial, el sentimiento de honor, las ideas, son accesorios lujosos, lo mismo que los pétalos: lo esencial es el pistilo y el estambre.
¡El amor! Todo está en los actos; no se debe hablar. Por eso decía Enrique Laserre que las mujeres tienen el pudor en las orejas."
¡El amor! Todo está en los actos; no se debe hablar. Por eso decía Enrique Laserre que las mujeres tienen el pudor en las orejas."
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¡Oh, tú, amor, mujer y bestia! ¡Bestia divina en todo: en tu cuerpo prieto, en tu cabellera ferina, y en tus ojos...! ¡Cuánta luz en tus ojos negros! ¡Era como luz en la noche! Allí, más que en parte alguna, estaba tu fuerza que se nos imponía, que nos hacía despreciar nuestro lote de vida, para admirarte. Era igual el destello de tus ojos al destello de los ojos ferinos entre las oscuras cuevas."
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CONCLUSIONES
I. Un beso se da y no se pide.
II. En amor nada debe proponerse, sino hacerse.
III. A nadie se le debe proponer con palabras un acto indebido.
IV. Casi nunca que se propone se obtiene.
V. Casi nunca que se comienza acariciando se falla.
VI. Es común que la mujer se deje forzar, cuando por nada se entregaría.
VII. En amor no se debe hablar y jamás se debe dar el más leve indicio de que se recuerdan los favores o de que han envanecido.
VIII. Nada del amor se debe subir al plano de la conciencia con palabras dichas a la amada.
IX. La voluntad desaparece cuando la atención está ocupada en otra parte.
X. La mujer es el ser más enamora del pudor, del honor, de la buena reputación y es una esclava del amor. ¡Qué deliciosamente frívola!
XI. Cuando no se ha hablado de un acto, queda la palabra como el gran recurso para tergiversarlo, para que desaparezca.
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